martes, 26 de mayo de 2009

HASTA SIEMPRE, MARÍA AMELIA


Non quero bágoas nin froresSó quero a pedra de abalar dos meus amores
María Amelia López Soli
ño



No seu mar, os seus ollos, o seu joie de vivre
Issa Martínez

Hace un par de años que conocí a María Amelia. Contaba entonces con 93 años. Me conquistó su espíritu libre y moderno. Sí, moderno, absoluta y totalmente, pues fue la bloguera de Internet con más años de edad.

Habiendo nacido en 1911 y estando por concepto generacional alejada de la era cibernética, María Amelia aprendió a usar el Internet con la ayuda de sus nietos. ¿Cómo no admirar a una persona como ella? Su buen humor, su lógica apabullante, su evolución constante desde su nacimiento hasta su muerte, su concepto del amor y del mundo, siempre estuvieron presentes en su blog y en sus entrevistas televisivas.

María Amelia fue una mujer ENORME, que supo vivir cada día de su vida. Y su paso por esta vida y su historia, son dignas de darse a conocer, bien por ser un símbolo femenino extraordinario, bien por la gran lección de vida que para quienes puedan conocerla, aún habiendo partido, representa.

Por favor, léanla, sientan y conozcan de cerca a quien fue proclamada como la Abuela Bloguera. http://amis95.blogspot.com/

Escúchenla en sus videos. María Amelia es de esas personas que en verdad vale la pena conocer. Yo, con este post le doy las gracias, por su filosofía de vida.


María Amelia nos ha dicho adiós el pasado 20 de mayo de 2009.




Issa Martínez

lunes, 4 de mayo de 2009

¿Cómo vives tu Ciclo Menstrual?

Allí, en el nuevo día, nos encontraremos todas.
Ethel Morgan

La sangre realmente sucia no es la sangre de la menstruación,
sino la sangre de las guerras.
Hildegarda Von Bingen



¿Qué palabras te vienen a la mente cuando escuchas la frase Ciclo Menstrual? ¿A qué sitios te pasaporta este vocablo y de qué cargas emocionales está improntado para ti?

Haz marcha atrás y rememora...

¿Cómo fue que te enteraste de este proceso vital? ¿Fue en una sesión de chismorreo colegial, o acaso tu madre o alguna otra mujer significativa en tu vida, se dio el tiempo y lo compartió contigo para enseñarte?

Pero por encima de todas las cosas: ¿Qué pasaba contigo mientras lo ibas incorporando a tu interior?

La tarea de recuperar nuestro Ciclo Menstrual y con ello, el Poder de nuestro Útero y de nuestra Feminidad, es una tarea árdua y no imposible. Requiere de un esfuerzo valiente y comprometido de cada mujer para vencer muchos obstáculos que se han ido alzando a través de siglos de patriarcado. Obstáculos sutiles, burdos, verbales, religiosos, cognitivos y culturales, que se han insertado en la vivencia personal de las mujeres, transformando hondamente nuestra conciencia.

Los introyectos no son figuras retóricas o constructos que moran exclusivamente en nuestro intelecto, éstos también entran en nuestro inconsciente vital a través de actitudes y hábitos de vida.

Basta recordar cómo las mujeres de tu familia vivían sus ciclos menstruales, qué decían de ellos, si se quejaban o no, cómo los nombraban, cómo los escondían...o echar un ojo a los anuncios publicitarios en relación al tema, para darte cuenta hasta dónde llevas impresos esos mensajes.

Vívete como si no pasara nada.
Absorbencia total, siéntete seca.

Como si no pasara nada, es quedarnos fuera de los Dones que la Naturaleza nos otorga, es perder el contacto con la sensación física de humedad y del descenso de nuestra sangre por las paredes de nuestra vagina, y créeme, experimentarlo tiene una misión implícita que hay que ir descubriendo poco a poco.

El tema del olor corporal es otra de las crujías en las que las mujeres estamos presas. Alguna vez aprendimos que era desagradable, y desde entonces le rendimos honores al mundo de los perfumes. La relación que tenemos con nuestro fluídos corporales también es lastimosa, los consideramos sucios, fuera de las pautas de lo aceptable para una dama, lo cual para la industria de las duchas vaginales, es una bendición, y para la mujer salvaje que nos habita, una carta más en la baraja de las roturas...

Esta sensación de descenso o bajón, como comúnmente se lo nombra, aparentemente se da de manera exclusiva en el plano físico, pero eso es una falacie, ya que en campos más sutiles, como lo son el emocional y el espiritual, cuando menstruamos, literalmente descendemos a nuestro Submundo Interior, a ese sitio en donde habita lo no sabido por la conciencia ordinaria, lo no manifiesto. Son días en que estamos en un estado ampliado de conciencia, en un estado visionario, y lamentablemente no nos percatamos de ello.

Todo esto, por la cantidad de introyectos que el patriarcado ha inoculado en nuestras mentes, con el fin de bloquear los espacios y las oportunidades para que las mujeres podamos reapropiarnos de lo que nos pertenece.

De suceder lo anterior, pondría en riesgo su hegemonía basada en una estructura piramidal y sectaria, en donde el tener, prima sobre el ser. -Créeme, el día en que las mujeres recuperemos nuestro Poder Menstruante, y con ello la conciencia de quiénes somos, el patriarcado y sus creaciones, se caerán a pedazos, no por medio de la violencia femenina, sino por default-.

El garfio de la descalificación es una de sus técnicas predilectas y nosostras les hemos creído el cuento...Les permitimos juzgarnos de desquiciadas, sensiblonas, ridículas, impuras y de lo malo que es que no seamos las mismas...

Pero... ¿Las mismas de cuándo? -me pregunto, cuando las mujeres vivimos transformándonos a través de cada una de las etapas de nuestro ciclo, de los meses, de los años... Somos las fases de la luna, las estaciones del año, el día y la noche, la Vida misma. Micro y macrocosmos.

Una de las razones por la que las mujeres nos sentimos fracturadas cuando menstruamos, es porque la tarea de compaginar nuestras necesidades interiores, con las demandas exteriores de la vida cotidiana patriarcal, se torna prácticamente incompatible.

Unas nos exigen extroversión, linealidad, estructura, lógica, absoluta objetividad, competencia, rigidez, socialización si o si; y las otras, -ya que de manera temporal estamos vibrando en el no tiempo-, hacen que nuestra sensibilidad, percepción, intuición, subjetividad, y necesidad de retiro introspectivo, estén a sus máximas capacidades.

Lo anterior se torna epicétrico no sólo para el medio en el que nos desenvolvemos, sino también para nosotras, porque confronta su y *nuestra la necesidad de fijar a las personas en un sólo concepto, su y nuestra incapacidad para aceptar el cambio como parte de la propia existencia, su y nuestra devoción por el control... *Nota al pie de página.

Y así, escuchando frases peyorativas como: Déjala, la pobrecita está en sus días...Se le alborotó la histeria...Está hormonal...Ni la mires, tiene la regla... aprendemos a recitárnoslas a nosotras mismas, como un mantra, hasta que entramos en un estado de vergüenza de género, que no sabemos explicar, pero que a las mujeres nos arde en el cuerpo y en el alma, hace ya muchos siglos...

Para resumir: no sólo te baja, sino que tú también bajas, y ante tantas creencias culturales, estratégicamente diseñadas para escindirnos de nuestra esencia femenina, es muy comprensible que la experiencia de tu descenso, te haga sentir amenazada o vulnerable, ya que nadie te ha ofrecido una cosmovisión distinta. Además hemos perdido la conexión con rituales menstruales nutricios y empoderadores, y con espacios en donde las mujeres podamos recrear las experiencias de nuestras ancestras, en donde se honraban los Misterios Femeninos.

Si pasas de la adolescencia, ya tienes un registro menstrual suficiente que te permitirá crear un mapa con el que podrás autoconocerte.

Asumirte como mujer y reconectarte con tu esencia femenina, te pide ir más allá de la creencia de que tu Ciclo Menstrual se circunscribe a llevar un calendario en el que cada mes señalas con circulitos rojos los días en que sangras.

Demanda que te involucres con él, desde que comienza hasta que termina, que lo transites con los ojos del corazón y de la inteligencia bien abiertos, durante los 28 días que lo integran, y a lo largo de los meses y los años, convirtiéndote en la Hilandera de tu Conciencia. Para ello, hay vías específicas que la Espiritualidad Femenina te otorga, y que puedes aprender.

El encuentro con tus Diosas, a través de la Cuaternidad Femenina, te permitirá tomar conciencia de tu Paisaje Interior, de su cadencia, de su melodía, de sus tonos, de sus energías.

Y si trabajas con tu esencia, y comprendes que la meta es el camino, comenzarás a activar experiencias de sanación personal, fuerza, autoprotección, caos creativo, sensibilidad, capacidad de gozo, automaternaje, sexualidad vivificante, sabiduría y energía transmutativa.

¿No es acaso ese tipo de mujeres las que está reclamando la Madre Tierra, para poner fin a la violencia, a la irreconciliación de los opuestos complementarios y al espejismo de separatidad, para de una buena vez por todas, parir como paren las Diosas, un mundo plenamente conectado con los Ciclos de la Vida?

espiritualidadmenstrual (at) gmail.com
Queda prohibida la reproducción parcial o total de este artículo, sin mi previa autorización.

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*Nota: con la palabra nuestra, me estoy refiriendo específicamente, al Depredador Intrapsíquico de la mujer, que por diversas razones, establece una poderosa alianza con el Depredador Social-externo. Dicha alianza, provoca la desconexión femenina con su Sabiduría Interna, de tal suerte que la mujer vuelve a ser secuestrada una y otra vez, porque no encuentra recursos para vencerla. (Esto ha sido tratado con maestría por Clarissa Pinkola Estés.)

De ahí la importancia de las herramientas que la Espiritualidad Femenina, a través de sus arquetipos, propone a las mujeres, en relación al empoderamiento personal.

martes, 12 de agosto de 2008

LABORES DEL HOGAR

Vamos de nuevo con la MUJER-MUJER. Con la mujer de 40 o más. ¿Qué sucede en la vida de mujeres así? Algunas trabajan y continúan desarrollándose en el plano profesional. Otras se encuentran desempeñándose en el hogar, una de las más complicadas formas de ocuparse y que siempre he pensado no debería ser considerada como exclusiva de la mujer, sino una labor familiar en la que cada miembro desempeñe una tarea determinada, incluso cuando la mujer no trabaje fuera de casa.
Cuando tienes esta edad ya sabes que las tareas del hogar pueden convertirse en un agobio francamente insoportable, impuesto por lo que se espera de la mujer y por la propia presión de la mujer; ya que por muchos años se ha calificado el buen funcionamiento y la limpieza del hogar como estándares para definir a la buena o a la mala mujer. Me parece francamente increíble que se usen términos como “toda una mujer” cuando la casa es una tacita de plata brillante y pulcra o un “esa, ni mujer es, -mira como tiene la casa-”, cuando la casa en cuestión no se encuentra en las mejores condiciones.

Una mujer es bastante más que una máquina de limpieza o cocinera, y es bastante más que niñera de veinticuatro horas y, desde luego, mucho más que el receptáculo de placer de su marido. Creo que la mujer de 40 o más, sabe muy bien todo esto y, una vez que los sabe y lo asume se libera de cadenas auto-impuestas e impuestas por atavismos.
Somos las mujeres quienes educamos principalmente a los hijos -hembras y varones-, eduquémoslos para compartir las labores del hogar, y para concienciar que estas tareas nos corresponden como familia y que no hay exclusividad con referencia al sexo.

Este tema me preocupa porque como comentaba al inicio puede resultar agobiante y estresante. Las mujeres no somos “mujeres maravilla” por más que lo intentemos y es importante para nuestro desarrollo como ser humano, que seamos nosotras mismas quienes analicemos y descubramos que necesitamos tiempo para desarrollarnos en otros ámbitos, ya sea en la profesión o ya sea en roles que resulten totalmente ajenos al hogar, a nuestra maternidad natural y a nuestra parte como pareja de un matrimonio. Sé por experiencia propia que ser más que ama de casa, madre y esposa, nos lleva a un equilibrio emocional y a una felicidad mayor y, por lo tanto, somos mejores madres, esposas y mujeres.

Lo ideal sería que no esperáramos a llegar a los 40 o pasarlos para descubrirlo.

Issa Martínez